El olivo ha sido un símbolo icónico en la historia del arte, especialmente en la escultura clásica, donde su presencia está cargada de simbolismo y espiritualidad. A lo largo de la antigüedad, el olivo y sus ramas han sido protagonistas en varias obras escultóricas, representando la paz, la victoria, la sabiduría y la longevidad. A continuación, repasamos algunos ejemplos destacados en los que el olivo juega un papel central:

1. Atenea Partenos de Fidias
Una de las esculturas más famosas del mundo antiguo es la Atenea Partenos, creada por el escultor Fidias en el siglo V a.C. Esta colosal estatua de la diosa Atenea, ubicada originalmente en el Partenón de Atenas, llevaba en una mano una pequeña figura de Nike (la victoria), y en la otra, un escudo. A los pies de Atenea, había una serpiente y, en varias representaciones de la obra, se mostraban ramas de olivo, el árbol sagrado de la diosa. Según la mitología griega, Atenea regaló el olivo a la ciudad de Atenas, lo que le otorgó su nombre. En la Atenea Partenos, el olivo simboliza tanto la protección como la prosperidad que la diosa prometía a los atenienses.
2. El Apoxiomeno de Lisipo
Aunque el Apoxiomeno de Lisipo (circa 330 a.C.) se centra en la representación de un atleta limpiándose con un estrígilo, las referencias al uso del aceite de oliva son inherentes a la escultura. En la antigua Grecia, los atletas se ungían con aceite de oliva antes de competir, y esta práctica era una parte integral de su preparación. Mientras que el olivo no aparece físicamente en la escultura, su presencia es implícita a través del aceite. Esta escultura captura un momento post-competencia, donde el atleta, habiendo cubierto su cuerpo de aceite, se limpia, reflejando la importancia del olivo en la vida atlética y ceremonial griega.
3. Relieves del Ara Pacis Augustae
El Ara Pacis (Altar de la Paz de Augusto), inaugurado en el año 9 a.C. en Roma, es uno de los monumentos más destacados del arte romano, que celebra la paz lograda por el emperador Augusto. En los relieves que decoran el altar, se incluyen ramas de olivo en manos de figuras alegóricas, representando la paz y la victoria. Estas ramas también adornan los elementos arquitectónicos del altar, reforzando la idea de que el olivo era visto como un símbolo de la Pax Romana, la paz y la estabilidad bajo el imperio de Augusto. Aquí, el olivo es un emblema central de un periodo próspero para Roma.
4. Niké de Peonio
La Niké de Peonio, una escultura de la diosa de la victoria que data del siglo V a.C., también destaca el olivo como símbolo de victoria. Aunque la escultura original ha sido parcialmente destruida, las representaciones de Niké en el arte clásico a menudo la muestran con una rama de olivo en la mano, premiando a los héroes victoriosos en las guerras o competiciones. El olivo no solo representa la victoria militar, sino también la paz que sigue al conflicto, algo que la Niké transmite en su vuelo triunfal.

La Victoria o Niké representa en esta estatua a una mujer alada. La inscripción de la base afirma que la estatua fue dedicada por los mesenios y los naupaccianos por su victoria contra los lacedemonios (espartanos), en la guerra de Arquídamo (Peloponeso), probablemente en el 421 a.C. Es obra del escultor Paionios de Mende en Calcídica, quien también realizó la acroteria del Templo de Zeus. Niké, tallada en mármol de Paros, tiene una altura de 2,11 m, pero con las puntas de sus alas (ahora rotas) habría alcanzado los 3 m. En su forma completa, el monumento con su base triangular (8,81 m de altura) habría alcanzado una altura total de 10,92 metros, dando la impresión de que la diosa descendía triunfalmente del Olimpo.
5. Esculturas en los Juegos Olímpicos Antiguos
En las esculturas y relieves que conmemoran los Juegos Olímpicos en la antigua Grecia, el olivo aparece de manera prominente. Los atletas victoriosos no recibían medallas como en la actualidad, sino que eran coronados con una corona hecha de ramas de olivo, llamada “kotinos”. Muchas esculturas de los vencedores olímpicos los muestran portando estas coronas, que simbolizan tanto la victoria como la protección divina. Una de las más conocidas es la representación del campeón olímpico en el friso del templo de Zeus en Olimpia, en la que se observa la entrega de la corona de olivo al vencedor.
6. La Diosa de la Paz (Eirene) de Cefisodoto
El escultor Cefisodoto, padre de Praxíteles, creó en el siglo IV a.C. la famosa escultura de Eirene con el niño Plutus, donde Eirene, la personificación de la paz, sostiene en sus brazos al dios de la riqueza. Aunque en esta obra el olivo no es el elemento central, el concepto de paz está estrechamente relacionado con el olivo, que en el contexto griego representaba la tranquilidad y el bienestar que trae la paz. Ramas de olivo seguramente habrían decorado el entorno de tales esculturas, acompañando la figura de Eirene como un símbolo universal de paz.
En síntesis
El olivo y sus ramas han sido protagonistas silenciosos pero poderosos en muchas obras escultóricas del mundo clásico, siendo siempre símbolo de conceptos profundos como la paz, la victoria y la sabiduría. En cada una de estas esculturas, el olivo no es solo un adorno o accesorio, sino que representa una rica tradición cultural que ha perdurado a lo largo de los siglos. Hoy en día, estas obras no solo nos recuerdan la importancia del olivo en la antigüedad, sino que continúan inspirando a nuevas generaciones en su arte y simbolismo.
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